Casa Mirador en el valle de Casablanca, excelencia gastronómica
- Marcelo Beltrand Opazo
- 30 sept 2023
- 5 Min. de lectura

La excelencia es un término que se utiliza para describir una calidad superior que hace que algo o alguien sea merecedor de una estima y aprecio elevados. La noción de excelencia se relaciona con la idea de perfección y a las características sobresalientes. En el ámbito gastronómico, se refiere a la calidad de la comida, el servicio y a la experiencia culinaria que ofrece un restaurante. Pienso en esto mientras escribo sobre la visita que hice hace algún tiempo al restaurante Casa Mirador de la viña Casas del Bosque, en Casablanca. Quizá, sea uno de los lugares que mejor haya entendido que un restaurante es un todo, un sistema que debe funcionar como reloj: preciso, exacto en sus movimientos.
Desde que llegamos nos sorprendió la vista del valle de Casablanca. Se observan las viñas y toda una extensión, casi idílica, de uno de los valles más reconocidos del mundo por las características que tiene. Es el primer valle de clima frío de Chile; es el único valle que pertenece a la Great Wine Capitals. Por lo mismo, hagamos un poco de historia. El año 2013, Valparaíso y Casablanca se incorporaron a la red de las 10 Capitales Mundiales del Vino, la Great Wine Capitals. Esta red incluye los llamados “Viejo” y “Nuevo” mundo del vino, y su objetivo es promover el turismo, la cultura y el intercambio comercial entre las internacionalmente reconocidas ciudades y regiones de Adelaide, Australia meridional; Bilbao-Rioja, España; Burdeos, Francia; Lausanne, Suiza; Mainz-Rheinhessen, Alemania; Mendoza, Argentina, Oporto, Portugal, San Francisco-Napa Valley, Estados Unidos; Valparaíso-Casablanca Valley, Chile; y Verona en Italia. Esta distinción es todo un reconocimiento, no solo a los vinos y sus tipicidades, sino que al trabajo que se ha hecho en los últimos años, tanto en la calidad de los vinos, como en gastronomía y en turismo. Bueno, desde Casa Mirador, podemos apreciar parte de este hermoso valle.
Entramos al interior del lugar y ya nos sorprendió la propuesta escénica, ya que, si bien, hay mesas para dos y más personas, lo principal es el largo mesón que invita a compartir junto a otros las delicias culinarias. Eso, ya es distinto. Junto a nosotros, unos brasileños, más allá, otra pareja que nos saluda amablemente. Se logra, con esa distribución espacial, integrar y entregar a la experiencia gastronómica un nuevo elemento, un nuevo punto de vista. Perfecto.
Lo primero que degustamos ese día, fue un Dumpling de jaiba con mermelada de tomates y culis de ajos asados, maridado con un espumante Bo. Este bocado es de masa suave con un relleno, no invasivo, sabroso, que junto a las burbujas sutiles del espumante convierten a este plato en el mejor inicio del almuerzo. Seguimos con el segundo tiempo y segundo vino, con unos camarones marinados y sellados, salsa de curry verde y leche de coco, piña grillada y mini ensalada de huerto, maridado con sauvignon blanc La Cantera. Es interesante el contraste entre el camarón y la piña en este delicioso plato, pues los camarones en su punto, con una acidez baja, hacen el contraste con la piña que tiene toques ahumados. Una propuesta total, ya que contiene acidez, dulzor y frescura. Si a lo anterior le sumamos el vino elegido, tenemos un plato redondo, ya que el maridaje permite apreciar y potenciar los sabores del plato. Muy rico.
Me detengo un momento para hablar de la atención, porque como decía al inicio al definir la palabra excelencia, este está a la altura. El servicio en Casa Mirador es de lo mejor, tanto en presentación, atención, conocimiento de los platos y vinos y compromiso con el cliente, todo eso, hace que la experiencia sea completa. Felicitaciones.
El tercer tiempo: congrio crocante, cremoso de arvejas, almendras tostadas y miel de los propios campos de la viña, maridado con un riesling, de la serie Botanic. Con este plato, nos pasó lo mismo que con el otro, sorprende el equilibrio, se aprecia un todo, tanto en presentación como en sabores. La arveja está suave y cremosa, el congrio, en su punto, con un batido crujiente y delgado, permitiendo que el contenido, es decir, el congrio propiamente tal, se aprecie en su totalidad: sabroso y tierno. Todos los aderezos, como la miel y las almendras tostadas, potencian sabores y entregan textura. Comentario a parte el vino, porque este blanco siempre sorprenderá, tiene una acidez media y notas florales, que aportaron al plato sabores frescos y nuevos. Una excelente propuesta.
El cuarto tiempo estuvo a cargo de unos tortellinis rellenos de setas, salsa de queso azul y peras grilladas, más, semillas de zapallo tostado. Acá el sabor intenso de la salsa, logra potenciar el tortellini, transformando los sabores en algo nuevo. Me llamó la atención las texturas y la suavidad. A presar de que la salsa de queso azul es intensa e invasiva, en este caso nos encontramos con algo sutil y delicado, que no solo acompaña, sino que unen el plato, permitiendo apreciar el contenido de los tortellinis. Esta propuesta fue maridada con un pinot noir, que le aportó esas notas terrosas y frutales del vino, construyendo algo nuevo, sabores nuevos.
Mientras tanto, junto a nosotros, otros comensales disfrutaban de la tarde soleada y tibia. El escenario estaba perfecto. La música estaba perfecta.
Quinto tiempo. Cordero marinado y asado, acompañado de cremoso de betarragas, salsa de chocolate, berries y aceitunas deshidratadas, maridado con el ensamblaje La Trampa. Esta propuesta gastronómica nos gustó mucho. El cordero estaba suave sin aquellos sabores invasivos y pesados que muchas veces encontramos, acá no. Hayamos un carne blanda y excelentemente bien cocinada. Mientras el cremoso de betarraga, aportan dulzor y sabor, haciendo un contraste con la salsa de chocolate. Un plato muy bien logrado. El maridaje elegido para esta ocasión, fue La Trampa de Casas del Bosque, un vino complejo y equilibrado, un ensamblaje de syrah, malbec y pinot noir, en el que podemos encontrar notas a mora, aceitunas negras, pimienta, fruto rojo y algo floral. Un vino increíble para un plato perfecto. Y por último, el sexto tiempo, junto a un Late Harvest. Parfait de naranja, gastric de naranja, chocolate blanco y galletas de almendras. Un cierre bien pensado, porque este postre tiene un dulzor bajo, no es empalagoso, pero además, contiene varios elementos que logran equilibrio en el postre: acidez, por el gastric de naranja; suavidad chocolate blanco; y textura de la galleta de almendra; más el maridaje, el Late Harvest. Todo esto lo convierte en un excelente postre.
El buen servicio, más la alta gastronomía, junto a una estética liviana y bien pensada, que se enmarca en lo alto del valle, hacen de Casa Mirador, un lugar de llegada, un destino y en un espacio agradable y acogedor, donde la excelencia gastronómica es la que guía el que hacer de Casa Mirador.
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