Crú, el primer Bar de vinos en Viña del Mar
- Marcelo Beltrand Opazo
- 14 ago 2023
- 4 Min. de lectura

Encontrar una nueva propuesta en Viña del Mar, es esperanzador. Descubrir nuevos lugares, algunos que ya llevan tiempo, es reconfortante. Es la constatación de una ciudad viva. Siempre lo digo, la gastronomía es cultura. Y es cultura porque es una expresión de hombres y mujeres impulsando la creatividad. Cuando alguien sueña y ese sueño se lleva a cabo, se produce algo maravilloso: la creación misma. Más aún, cuando es un restaurante, ese sueño implica a muchas personas (porque ningún sueño se hace solo), involucra a otros que creen en ese sueño, o comparten ese sueño y lo hacen propio. Cuando eso ocurre, cuando varios creen en esa iniciativa y la concretan, nacen lugares como el Crú, el primer bar de vinos en Viña del Mar. Acá, el concepto de ser un bar de vinos, es decir, especialistas en vinos no tradicionales (importante detalle), pero, además, con el concepto de tapas en lo gastronómico, convierten a este espacio en un lugar ideal para cerrar el día o la semana.
Ahora bien, veamos algunos términos o conceptos que están en esta nueva propuesta. En España, la tradición popular señala que el origen de las tapas data de la Edad Media, la leyenda cuenta que alguna vez los Reyes Católicos en uno de sus largos viajes hacia Cádiz, pararon a medio camino en la Isla de León (hoy en día llamada San Fernando), con el fin de recobrar fuerzas, en esa oportunidad se les ofreció un pequeño bocado, al cual llamaron tapa. Otras versiones atribuyen el origen de las tapas a la costumbre antigua de tapar las copas y vasos de vino en las tabernas y mesones con un trozo de pan o con una rebanada de jamón, para impedir que entrasen moscas y mosquitos, o que se depositara polvo en el interior. Dos versiones para un mismo resultado. Me gusta más la segunda historia, ya que no acerca a la realidad y lo práctico, más que a las leyendas de monarquías rancias.
Luego tenemos el concepto Crú. Veamos. La denominación Crú es una clasificación de vinos franceses que hace referencia a la calidad de un viñedo concreto y al terruño en el que crecen las uvas. Es la clasificación de vinos más alta y respetada dentro de la Appellation d’origine contrôlée (AOC), que es el consejo de administración de los vinos producidos en Borgoña y Alsacia, Francia. Por otro lado, la denominación Grand Crú es una clasificación de los vinos de Borgoña que encarna la cima de la excelencia en la clasificación de los vinos de la región.
Dos conceptos, dos palabras que encierran historia y calidad. Dos palabras que hoy toman sentido en el primer bar de vinos en los Ponientes, enriqueciendo, aún más, un barrio lleno de propuestas gastronómicas interesantes.
Primero, llegué al Crú, como comensal, como un cliente cualquiera. A la entrada nos recibe Sofia Peretta (dueña y creadora del bar). Nos invita a pasar y ya desde la entrada sorprende su estética, un decorado pensado con elegancia y soltura. Entrando a mano izquierda, se aprecia la cocina (reluciente a toda hora), que trabaja y trabaja. En ella encontramos a Luis Herrera, cocinero de larga experiencia que se sumó al sueño inicial y que hoy es parte fundamental del proyecto. Luego entramos a un espacio acogedor, donde al fondo está el bar, a un costado un piano y un decorado que invita a quedarse y pedir una copa de vino. La música también hace lo suyo, agradable y actual. Ese día, cuando conocí el bar, y disfruté de sus vinos y tapas quedé de volver.
Ahora, una semana después, nos sentamos junto a Sofía, a Luis y a Christian Vargas (sommelier y parte del proyecto) a conversar y disfrutar de una cocina pensada con detalle y con el mejor maridaje. Partimos degustando un ensamblaje de Undurraga de dos cepas blancas, Riesling y Sauvignon Gris. Este vino es fresco y complejo a la vez, con aromas que se van expresando poco a poco. Un blanco siempre es un buen brebaje para iniciar una conversación.
La primera tapa, fue una terrina de salmón con salsa tártara. Me sorprendió el manejo del producto, la suavidad del salmón que junto a la salsa hace un equilibrio perfecto. Este bocado fue maridado con chardonnay Maycas del Limarí, con excelente acidez que nos entregó la nota fresca y también ese contrapunto tan necesario en un plato. Luego seguimos con un salmón curado, una lámina perfectamente curada que va con una salsa ácida que completan la tapa. Perfecto. Después seguimos con un plato perfectamente ejecutado, unos maltones gratinados con un queso especial (oveja, cabra y vaca) que le aportan la carga lactosa exacta. Cuando vengan al Crú, pidan estos choros maltones, son increíbles. El siguiente vino fue un ensamblaje de la viña Clos des Fous de dos cepas tintas: país y cinsault. Un vino sumamente interesante, ya que se pueden apreciar las notas a fruto negro, algo mentolado y eucaliptus, que maridamos con un quiche de cebolla y tocino. Una masa suave y sabrosa, en la que los sabores de la cebolla y el tocino se dejan sentir en equilibrio. Este quiche le dio paso a una tapa de mechada deliciosa, que fue maridada con un ensamblaje Altos de Lircay de cabernet, syrah y carmenere. Este vino sumamente interesante, es complejo en nariz y en boca, lleno de aromas y sabores (chocolate, especias, algo floral y mentolado). Y cuando aún no terminábamos de disfrutar la tapa, Luis Herrera nos trae un portento de sabores, tuétano de vaca, con tomillo, mermelada de cebolla a base de sangría, presentado en el mismo hueso. Un plato increíble. Ya que los sabores se mezclan y se combinan, apreciándose la grasitud y el dulzor, que junto al maridaje logran un plato increíble. Y para cerrar, de postre tiramisú. He probado muchos postres en mis visitas gastronómicas y creo que este está dentro de los mejores. Sueve, perfecto y equilibrado, que fue maridado con un ron Zocapa de 12 años. Un postre y un bajativo que cierran una tarde llena de conversación y sabores, por que no hay duda, el Crú, bar de vinos, llega para eso, para conversar, para conocer, para disfrutar del buen vino y de la buena comida y como dijo alguna vez el escritor irlandés James Joyse, “¿qué hay mejor que sentarse al final del día y beber vino con amigos, o un sustituto de amigos?
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