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Cabernet Franc de la Viña Korta.

  • Foto del escritor: Admin
    Admin
  • 26 may 2017
  • 2 Min. de lectura

Cada cepa tiene una historia, un origen. De gran parecido a la Cabernet Sauvignon, la Cabernet Franc no obstante, no es muy conocida en Chile, a pesar de ser muy utilizada en las mezclas con otras cepas. Además, las notas herbáceas que posee muchas veces desentonan con el gusto nacional.

La Cabernet Franc cuenta con registros del siglo XVII en la zona de Libourne, al sureste de Francia; pero no fue hasta mediados del siglo XIX y principios del XX, fruto de la popularidad de la Cabernet Sauvignon, que se observó el parecido, tanto en color como en aromas.

En 1997 a través de análisis de ADN se demuestra finalmente, que los orígenes de la Cabernet Franc es producto del injerto entre un Sauvignon Blanc y un Cabernet Sauvignon, de ahí sus notas herbáceas y su color. De ahí el carácter que puede asumir estas cepa según el terroir.

Es interesante constatar la historia y comprender las características de una cepa, pues sin ello, nos quedamos en un análisis superficial, en lo aparente, sin llegar a descubrir el corazón, ni la esencia del trabajo que hay detrás. Pero cuando vamos a la historia, a los orígenes, todo nos cuadra. Por ejemplo, si me dejo llevar por el nombre de esta cepa: Cabernet Franc, lo más probable, es que busque notas parecidas al Cabernet Sauvignon, tanto en color, aromas y cuerpo en boca. Pero si nos detenemos, vamos más allá, preguntamos e investigamos un poco, descubriremos complejidades nuevas. Encontraremos la nota herbácea, la nota piracínica, tan poco deseadas en un vino tinto, pero tan particulares y original en un Cabernet Franc. Y si la calma nos acompaña, podremos disfrutar de un vino especiado, con notas a fruta roja madura, distintas a las del Cabernet Sauvignon.

El Cabernet Franc que quiero recomendar, es de Curicó, del valle de Lontué en Sagrada Familia, de la Viña Korta, de su línea Barrel Selection, del 2014. Este vino es de un rojo rubí intenso, brillante. En nariz, aromas a fruto rojo maduro que se mezcla con notas a nuez moscada, suave pimienta negra, algo de vainilla, humo y esa interesante nota herbácea que le da complejidad. Es un vino elegante. En boca, de ataque seco, de taninos suaves y bien estructurados; encontraremos sabores a fruto seco, que se prolongarán en un largo final, dejando un retrogusto a fruta roja y una leve nota piracínica. Podemos decir que es un vino redondo, donde todos sus componentes están en equilibrio.

En resumen, este Cabernet Franc es un excelente representante de la cepa, expresando plenamente las particularidades que la hacen única. Un vino que nos recordarán las palabras de J. Kressman: Existe más historia que geografía en una botella de vino.

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