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Carigno del Maule de Viña Moratta

  • Foto del escritor: Admin
    Admin
  • 27 feb 2018
  • 2 Min. de lectura

La historia nos cuenta que en el año 1548 llegan las primeras vides a Chile, al actual puerto de Talcahuano, traídas por el fraile Francisco de Carabantes, con el fin de cultivar y producir vinos para fines sacramentales. Desde ahí se expande por todo el territorio, principalmente a Santiago y sus márgenes.

Manuel Gandarillas, en su escrito La primera vendimia de Chile fecha la primera vendimia en el año 1556, realizada por Francisco de Aguirre en Copiapó, quedando como fecha ícono de la viticultura nacional, a pesar de que ya se vinificaban y consumían vinos antes de esa fecha. La historia nos cuenta y nos muestra la larga data del vino en nuestro país y de cómo se han ido desarrollando las distintas cepas. Es por esto que hoy, más que nunca, mirar la historia nos ayuda a construir y reforzar nuestra identidad vitivinícola: tenemos historia.

Y si de historia se trata, debemos saber que la cepa Carignan es originaria de España, de Cariñena, Aragón y que fue introducida posteriormente a Francia, llegando a tener gran importancia en la producción de vinos franceses. En Chile, por otra parte nos dice la historia, que es introducida en el año 1947 desde el sur de Francia. Esta cepa en sus inicios fue utilizada para complementar la cepa País, aportándole color y aromas. Pero no fue hasta fines de los ochenta que la cepa comienza un nuevo camino y desarrollo.

Hoy, tenemos muchas viñas y viñateros que han logrado darle identidad a la cepa Carignan, entregando vinos de alta calidad. Es el caso de la Viña Moretta Wines, que ganó la medalla de oro en el concurso Catad’or Wine Awards el año 2017, reconocimiento que posiciona a Carigno del Maule 2015 como uno de los mejores Carignan de Chile.

Este Carignan es de un rojo rubí muy intenso. En nariz, la fruta negra sobresale, como la ciruela muy madura, cercana a la ciruela seca; con notas florales y especias como la pimienta negra; y con aromas terrosos interesantes que evolucionan a chocolate amargo y humo, un vino armónico. En boca, es fresco, con una acidez que permite disfrutar de unos taninos perfectamente bien estructurados, que se funden en un cuerpo que fluye denso, pesado. La ciruela que sentimos en nariz se mantiene en boca dejando un retrogusto atractivo y un largo final que invitan a maridar este vino con comidas chilenas: charquicán, porotos y un buen asado. Pero también, podemos disfrutarlo en el aperitivo, con quesos, puede ser el Emmental de Quesos Santa Rosa, ya que es un vino que se bebe fácil

Tenemos historia y debemos conocerla y reconocerla. Mirarnos en ella, así, aprendemos y construimos país.

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