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AROMAS DEL VINO

  • por Marcelo Beltrand Opazo
  • 14 oct 2016
  • 3 Min. de lectura

Mis primeros acercamientos con el vino, fueron hace muchos años. Y todo comenzó cuando mi mujer y yo nos dimos a la tarea de comenzar degustaciones de vinos, solo los dos y con el libro Descorchados del año en mano. Así se inicia un largo camino, camino que estaba limitado a los recursos económicos que disponíamos en ese momento. Pero algo faltaba. Algo que nos permitiera poder apreciar mejor lo que estábamos bebiendo. Bueno, la experiencia nos dio muchas satisfacciones, nos entretuvimos y conversamos con amigo sobre el tema. Porque el tema daba para mucho, desde los aromas, colores y sabores del vino, pasando por la etiqueta y la información que nos aportaba; después teníamos lo que significaba beber vino entre nuestros amigo y todos los mitos que rodean al vino, la botella, etc.

Años después, varios años después me inscribí en la carrera del Instituto CULINARY de Administración de los Negocios del Vino y, en mi primera clase, la primera, el primer día, a los 10 minutos de iniciada esta, descubro, que no se nada de vinos, nada de sus cepas y las diferencias, de las viñas, del clima, de los aromas, de los sabores del vino; nada de los valles de Chile, nada de la historia del vino en nuestro país. Nada. Lo que yo sabía o creía que sabía era lo mínimo.

Bueno, el camino se sigue caminando y hoy puedo decir, con total conocimiento que, en general, en Chile, se sabe muy poco de vinos. Y claro, es tanta la información que se tiene, que no tendríamos por qué saberlo todo. Pero hay que partir con algo, y creo que lo primero de lo que podríamos hablar, es sobre los aromas del vino. Para eso les dejo algunas notas recopiladas de muchas partes sobre los aromas del vino.


Los aromas primarios son los aromas propios de las uvas, que se desprenden desde la superficie del vino y va en aumento cuando lo agitamos. Estos aromas están relacionados con las distintas variedades de las mismas y el terreno. Son los que la bodega trata de preservar para la calidad de los vinos, y por las cualidades que se van obteniendo junto con los aromas secundarios provenientes de las distintas fermentaciones. Esa preservación da como resultado una cantidad de aromas y un complejo aromar. Hay variedades que contienen determinadas moléculas que se asocian a aromas ya puntuales lo que nos permite reconocer que vino es y decir la variedad, porque el aroma ya determina la autenticidad de esa cepa.

Los aromas secundarios se desprenden cuando el vino toma contacto con la lengua y se agita en boca. Se van formando a través de los distintos tipos de fermentación que posee el vino (propios de la crianza en barricas). Es la transformación del mosto del vino que es el jugo de las uvas frescas que aún no se ha fermentado y en donde pueden permanecer hollejo, pulpa y semillas. Los encontramos en los vinos espumantes cuando hacen la segunda fermentación y sentimos la liberación de aromas a levadura y a pan tostado.

Los aromas terciarios son los propios de la maduración y crianza del vino en barrica o en botella. En los aromas terciarios se puede determinar si el vino posee mucho cuerpo, si es estructurado, voluminoso y equilibrado. También describe en medio de boca la persistencia, y en el famoso final de boca se determina si es expresivo en el paladar como también si la sensación del vino en boca persiste por varios segundos o no. Es de destacar la importancia del tacto que es el que nos permite conocer temperatura, consistencia, viscosidad, untuosidad y cuerpo de un vino.


 
 
 

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