“Existe más historia que geografía en una botella de vino” (J. Kressman)
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Sauvignon Blanc: Viña Casablanca y Viña Morandé.
Admin
17 mar 2017
2 Min. de lectura
Los aromas son importantes, ya que gracias a ellos podemos identificar y distinguir una variedad de otra, la Cabernet de la Pinot Noir, el Syrah del Carmenere, la Chardonnay de la variedad Riesling, y así, todas las cepas poseen aromas que las hacen únicas. Pero no solo depende de la cepa por sí sola, también incide el terroir, el manejo del viñedo y por supuesto, el enólogo.
El vino va desarrollando diferentes sustancias aromáticas durante todo el proceso, es decir, desde la viña hasta la guarda y estos aromas se clasifican en tres categorías, primario, secundario y terciario. Los aromas primarios serán aquellos característicos de la cepa (frutilla, mora o ají verde, piña, etc.), y que por supuesto están relacionados con la tierra, el manejo, el clima, etc. Los aromas secundarios serán aquellos producidos en el proceso de fermentación (tanto alcohólica como maloláctica). Estos aromas dependen principalmente de la levadura y de las condiciones de la misma fermentación y que puede llegar a producir aromas caramelizados y lácticos. Y por último, los aromas terciarios, también conocidos como “bouquet”. Estos los adquiere el vino durante el período de guarda en barrica como en la maduración en la botella, entregándole al vino aromas balsámicos, a madera, cuero, tostado, humo y vainilla entre otros.
Ahora bien, cuando tenemos un Sauvignon Blanc, sobre todo, del Valle de Casablanca, de ante mano, sabremos que los descriptores de este blanco serán el ají verde, pimentón verde, herbáceo, pero también, podrá tener notas a alcachofa, espárrago y tomate y según el sector del valle, podrá ser más cítrico, fresco o mineral.
En esta ocasión, hemos vuelto a degustar los Sauvignon Blanc; el primero es de la viña Morandé hemos elegido un Reserva, 1_1, del viñedo Belén, en que de cada planta sale sólo una botella. De un amarillo pálido brillante, con aromas a tomate y alcachofa, ademàs de ají verde. En boca, podemos sentir un sabor a piña, que refresca y que se mantiene en un final largo y sabroso.
De la viña Casablanca, hemos degustado nuevamente el Céfiro y el Nimbus, dos blancos cuyas características, los hacen únicos.
Céfiro, es amarillo paja pálido. Sus aromas son herbáceos, prevaleciendo el ají verde y la piña. Al beber el primer sorbo, podemos sentir la fruta tropical y un largo final.
Mientras que Nimbus, es de un amarillo paja brillante, y en nariz, sorprenden los aromas a espárrago y alcachofa, sumado a unas sutiles notas a ají verde. En boca, volvemos a sentir el espárrago para terminar con sabores herbáceos, siendo también de un muy buen final.
Tres blancos del mismo valle, para compartir y disfrutar.
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