“Existe más historia que geografía en una botella de vino” (J. Kressman)
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El color en el Rosé: Quintay y Loma Larga
Admin
14 abr 2017
2 Min. de lectura
Tanto Aristóteles como Da Vinci escribieron algo sobre el color, pero fue Isaac Newton quién estableció que la luz es color, principio básico que prevalece hasta hoy. Newton explica que todos los cuerpos opacos al ser iluminados reflejan todo o parte de los componentes de la luz que reciben. Es así como distinguimos, apreciamos y significamos el color en objetos, platos y por supuesto, en el vino.
Si bien, el color, es explicado por el astrónomo, físico y filósofo inglés, en el vino, los responsables de este, son los polifenoles, y más específicamente, los antocianos que se encuentran en la pulpa y sobre todo en la piel de las uvas, siendo los causantes del color definitivo del vino.
A través del color de un vino, podemos saber sobre su edad, vinificación, e incluso de alguno de sus defectos, y por supuesto del tipo de cepa. Acá, el color y el brillo nos dirán mucho.
En los vinos rosados, el color se obtiene gracias a la cepas tintas que se vinifican como uva blanca, es decir, el mosto es macerado en frío y en contacto con los hollejos por un breve período de tiempo (de 8 a 18 horas), obteniendo así su coloración característica. Después de este período, el mosto coloreado se separa de los hollejos mediante sangrado (sin ejercer presión alguna), continuando la vinificación como si fuera un vino blanco.
Y en nuestro valle, contamos con buenos exponentes que hoy quiero relevar, entre ellos dos Rosé del Valle de Casablanca.
El primer Rosé es de cepa Pinot Noir Reserva, del año 2015, línea Clava de la viña Quintay. Es de un rosado pálido intenso con tonos anaranjados, brillante y límpido. En nariz, posee notas sutiles a frutilla, a naranja y flores (violeta), muy fresco. En boca, el frescor cítrico se mantiene, además de la fruta. Con una larga permanencia en boca, este rosado de cuerpo medio se disfruta frío, quedando un retrogusto sabroso, perfecto para aperitivo, con un queso seco, ojalá de cabra.
El segundo Rosé es de cepa Cabernet Franc, de la Viña Loma Larga, de su línea Lomas del Valle, del año 2014. De un rosado pálido con tonos cobrizos, brillante. A la olfación, encontraremos aromas cítricos a pomelo, lima, a manzana roja y rosas. En boca, es fresco y con el sabor de la manzana que permanece. De final largo y con una excelente estructura, aterciopelado, fluye cómodo, y se disfruta como para cerrar una buena comida, con frutos secos y uvas.
Estos dos Rosé tienen colores distintos. Dos colores sorprendentes que nos hacen recordar las palabras de Maurice Merleau-Ponty: El color es el lugar donde nuestro cerebro y el universo se encuentran.
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