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La memoria en un Duette de Indómita

  • Foto del escritor: Admin
    Admin
  • 16 jul 2017
  • 2 Min. de lectura

Lo recuerdo (…) con una oscura pasionaria en la mano, viéndola como nadie la ha visto, aunque la mirara desde el crepúsculo del día hasta el de la noche, toda una vida entera. Escribe Borges este párrafo en Funes el Memorioso, texto que nos sitúa en el lugar al que volvemos una y otra vez, a cada momento, cada segundo. Nos refiere ese párrafo a la memoria, territorio inhóspito y florido. La memoria, ese lugar que está lleno de olvidos como dice Benedetti. La memoria, espacio en el que se alojan los sabores, colores y aromas que buscamos en una copa. Ahí, y no en otro lugar encontramos la cereza, la fruta negra, el rojo rubí o el rojo teja; el brillo límpido y tornasolado de un buen tinto; la nuez moscada, las especias seductoras en la copa de vino. O la barrica y el chocolate con notas a vainilla, el humo y la madera, en fin, todos los sabores, colores y aromas del buen vino.

En la memoria conviven y perviven todos los recuerdos de reuniones y hogueras, los recuerdos a música y sonrisas. Entonces, cómo hacer para volver a esos lugares, en cada acto, en cada copa. Simplemente conectándonos, acercándonos al recuerdo, viviendo el momento del ahora y sin dejar los aromas, sabores y colores del pasado.

Intentémoslo, con un blend Duette de Cabernet Sauvignon y Carmenere de la Viña Indómita, año 2015. Sirvamos la copa. En ese momento recordemos que el rojo brillante e intenso de este vino puede traernos el color de una ciruela, con toda su untuosidad y suavidad. Luego, movamos la copa y dejemos que los aromas salgan y se unan a otros aromas y perplejos, descubriremos que se acercan mucho a la fruta roja madura, ciruela seca a lo mejor, pero también podemos encontrar algo de caramelo, canela y especias como pimienta negra, aromas que sin duda nos transportarán a lugares e imágenes lejanas, donde alguna vez la fruta y la canela se unieron. Y de la copa siguen emanando aromas, entre flores y chocolate negro, pero ya es hora de probar en boca, porque acá, también se expresa este blend. De taninos aterciopelados la astringencia de este Duette se va diluyendo suavemente, dejando un agradable sabor a fruta. Al segundo sorbo, sentiremos que el vino recorre nuestra boca, pesado, con cuerpo, dejando al pasar las notas del Carmenere, notas verdes y moradas y dulces. Todo un caudal de recuerdos y sabores, un vino complejo, tanto en nariz como en boca. Este Blend de la Viña Indómita, lo recomiendo con un buen plato de puré con carne mechada, bien sazonada, o con pastas y salsa de tomate. De la memoria a la copa.

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