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Un Cabernet Sauvignon del valle del Maipo.

  • Foto del escritor: Admin
    Admin
  • 16 jul 2017
  • 2 Min. de lectura

Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos, dice Jorge Luis Borges en algún cuento, o en un ensayo o en alguna entrevista. Y es a ese museo que cada uno posee al que debemos recurrir, volver a los pasillos de casas y campos, de colores y aromas, de extensos paisajes plantados de flores, parras, árboles. De personas trabajando, de costumbres, de formas de hacer, de sonrisas. Ese museo vivo es la memoria de nuestra tierra, de un Chile largo y angosto que ha visto desde hace mucho como se hacen los vinos. Una vuelta al lar.

Hoy, se cultivan y elaboran vinos de 34 cepas desde la Región de Atacama, desde los valles de Copiapó y Huasco, hasta el valle de Malleco en la denominada región vitivinícola Región del Sur. Tierras de carácter único. Campos con tradición y nuevas tecnologías. Mucho trabajo. Trabajo que ha ido entregando el conocimiento para saber qué peculiaridades son propias de cada cepa, en cada terroir, en cada valle.

Es así como en las viñas, entre enólogos y viñateros ya hay acumulación de saberes para ent ender cómo se dan las distintas cepas, por ejemplo, en el valle del Maipo. Valle en el que crece y se desarrolla en forma casi perfecta el Cabernet Sauvignon, cepa noble que se vinifica en casi todas las zonas vitivinícolas del mundo. La Cabernet Sauvignon es resistente, de fácil cultivo y de piel gruesa, lo que le permite adaptarse a los distintos terrior del mundo y en Chile, especialmente se da en el valle del Maipo. Es acá donde se expresa de mejor forma, logrando aromas y un gran cuerpo.

Como ejemplo quisiera recomendar el Cabernet Sauvignon 2013 de la viña Anlu, del valle del Maipo, del sector de Pirque. Viña boutique que ha producido un vino de rojo granate, brillante y límpido. Este Cabernet posee aromas a fruto rojo, ciruela y cereza, algo de pasas y especias como pimienta negra. También podemos percibir algunos aromas secundarios, como caramelo y flores, lavanda a lo mejor. Más atrás, vainilla, cacao y chocolate negro que son aportados por los 12 meses de barrica de roble francés de primer uso. Es este un fiel representante de la cepa, pero además, con una evolución precisa, que se puede disfrutar con quesos maduros por supuesto, pero también, con comidas propias y tradicionales, porotos con longanizas, lentejas y unos buenos garbanzos. Maridajes con las comidas de casa, de la familia, de las abuelas.

Sabores, aromas y colores del Cabernet Sauvignon Anlu del Valle del Maipo, una invitación, una vuelta a los orígenes, a la tierra y sus bondades.

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