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Los sentidos en la degustación: Chardonnay de viña Lapostolle y El Cuadro.

  • Foto del escritor: Admin
    Admin
  • 8 abr 2017
  • 2 Min. de lectura

Degustar un vino implica poner en juego nuestros sentidos, sobre todo el del olfato. Órgano que al ser sensorialmente estimulado, nos permite evocar una infinidad de recuerdos potentes e intensos. Remembranzas que nos transportarán a nuestra infancia y a escenas inolvidables. En narrativa, un aroma en el lugar indicado, nos completa una escena, logrando empatía y cercanía con el lector. Es por esto que cuando leemos el libro El Perfume del escritor Patrick Süskind nos sorprendemos al descubrir que tenemos poca conciencia del cúmulo de aromas y olores que nos rodean, en nuestra casa así como en el espacio urbano.

Es por esto, que los aromas de un buen vino serán recordados por mucho tiempo, sobre todo de un blanco, en especial, de un Chardonnay que ha pasado por barrica, ya que esta le aporta notas que complejizan el vino. Entre pan tostado, mantequilla y vainilla que junto a la fruta tropical como la piña y maracuyá se convierte en toda una bomba aromática.

Así son los dos Chardonnay del Valle de Casablanca de esta semana, aromáticos y complejos.

El primero es Casa de la Viña Lapostolle del año 2012, es brillante, de un amarillo dorado, límpido. En nariz, la nota láctica, casi mantequilla sobresale. Luego, maracuyá y durazno, para pasar a los aromas terciarios, encontrando delicadas notas a fruto seco, vainilla y pan tostado, producto de los siete meses en barrica, además, tiene una reducción en botella que ha equilibrado todos los aromas, potenciándolos. En boca, es untuoso, con una acidez que otorga un gusto atractivo, armonioso. Un vino estructurado. Al beberlo por segunda vez, se siente aterciopelado quedando los sabores a fruta por largo tiempo. Absolutamente redondo. Lo recomiendo como aperitivo.

El segundo Chardonnay es del año 2014, de la Estancia El Cuadro, este es un vino con carácter, con ocho meses en barrica, de un amarillo dorado, brillante. En nariz, también nos sorprende la nota láctica de la fermentación maloláctica, pero a diferencia del otro Chardonnay, en este la fruta tropical como la piña aparece con fuerza, para pasar al durazno y como aroma terciario, algo de coco y vainilla con algunas notas a miel. En boca, es fresco y mineral, pero con un retrogusto dulce y largo. Intenso. Un Chardonnay especial y perfecto para maridar con quesos maduros, o pescados poco sazonados.

Con estos dos Chardonnay del Valle de Casablanca recuerdo las palabras de Patrick Süskind, que escribe: “En el recuerdo, todos los perfumes son imperecederos”. Perfumes que se quedan, que perduran.

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