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El sabor en los vinos: Syrah de Casa Romero y de la viña Casablanca

  • Foto del escritor: Admin
    Admin
  • 23 abr 2017
  • 2 Min. de lectura

Federico Fellini decía que un buen vino es como una buena película: dura un instante y te deja en la boca un sabor a gloria; es nuevo en cada sorbo y, como ocurre con las películas, nace y renace un cada catador. Y yo creo que eso es verdad, sobre todo cuando degustamos un buen vino.

En los vinos encontramos no solo aromas, sino que también sabores, los que han sido identificados y clasificados en dulce, ácido, salado y amargo. Estos sabores los percibimos en la lengua, por ejemplo, en el borde lateral derecho e izquierdo podemos reconocer las sensaciones saladas; en las zonas extremas de la lengua se reconocen los sabores dulces; el amargor es percibido en el sector al fondo de la lengua; y finalmente, el sabor ácido es percibido por las papilas gustativas situadas a los costados de la lengua, por debajo de las que perciben los sabores salados.

Entonces, al beber, recomiendo dejar que el vino recorra por entero la boca, permitiendo que todas las papilas gustativas entren en contacto con el líquido, facilitando así, el reconocimiento de la amplia gama de sabores que le son propios a cada cepa.

Y les sugiero realizar este ejercicio, degustando los vinos de la Casablanca. Hoy les quiero recomendar, dos Syrah del valle. El primero es un Syrah 2014 de la viña Casa Romero, en su línea Viento Puelche. De un rojo rubí, de intensidad media, brillante. En nariz, encontramos las notas características del Syrah, primero la nota cárnica y luego la ciruela madura, casi seca, algo de pasas y notas especiadas. Después podemos identificar un aroma floral de lavanda, y en los aromas terciarios, humo y vainilla. En boca, es de taninos rugosos, y sabores frutales de ciruela y pasas. De final largo, que imagino acompañado de quesos maduros y secos.

El segundo Syrah es del año 2012, de la viña Casablanca, de un rojo marrón, con tonos teja, brillante. En nariz, notas a mora y grosella intensa y la nota cárnica que es más bien de charcutería, cereza negra madura y especias, humo y algo de tostado. En boca, es goloso y de taninos crujientes que se suavizan poco a poco, quedando de modo persistente los sabores frutales, con un largo final que se disfruta gozosamente. Y si lo acompañamos con jamón curado o carne bien sazonada, podremos hacer un maridaje perfecto.

Hecho el ejercicio, huelga decir que la cepa Syrah ha encontrado en el valle de Casablanca el terroir propicio que le permite expresar notas elegantes e intensas, como lo demuestran estos dos vinos para compartir. Dos Syrah que nos recodarán las palabras que George Branssen dijo alguna vez: El mejor vino no es necesariamente el más caro, sino aquél que se comparte.

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